Las formas como el ser humano se ha relacionado con la naturaleza han determinado las condiciones socioambientales del planeta. En la actualidad existe una crisis planetaria reconocida como una nueva era geológica, el Antropoceno, en la cual el ser humano ha transgredido los límites planetarios al punto de generar cambios globales y alteraciones ecológicas sin precedentes que han puesto en riesgo la integridad de la biósfera (Rockström et al., 2021).
La Tierra se encuentra en desequilibrio. Así lo demuestran la contaminación y el deterioro de las fuentes hídricas, de la atmósfera y el suelo, la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático, el incremento exponencial en la generación de residuos y el deterioro de la calidad de vida humana (World Wildlife Fund, 2020). En tiempos de pandemia por coronavirus se ha evidenciado que la salud de los ecosistemas se encuentra estrechamente relacionada con la salud humana, y que las afectaciones ambientales generadas en cualquier lugar del mundo tienen impactos directos en el bienestar de los habitantes del planeta: “La conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos es necesaria para proteger la salud humana directa e indirectamente” (Cepal, 2020, p. 2).
En los diferentes territorios del mundo afectados por la covid-19 se vivieron cambios drásticos en la cotidianidad, las relaciones humanas y las formas de subsistir. El rápido aumento de los casos de coronavirus generó colapsos en los sistemas de salud, situación causante de pérdidas de vida humanas que develaron deficiencias, especialmente en unidades de cuidados intensivos y en la suspensión en las cadenas de suministros médicos (Organización de las Naciones Unidas, 2020).
Así mismo, la pandemia tuvo implicaciones económicas en todos los mercados laborales del mundo, especialmente para los trabajadores del sector informal, quienes son los más vulnerables ante las alteraciones por falta de sustento diario, entre ellos, los recicladores vivieron un impacto particular. El cese productivo generó desempleo y pérdida de ingresos, afectando, entre otros, la seguridad alimentaria y el saneamiento básico, por escasez de insumos para la potabilización del agua. El confinamiento también amplió las desigualdades educativas existentes, por el cierre de los centros educativos y la migración a la virtualidad (Organización de las Naciones Unidas, 2020).
En términos ecológicos, y en tiempos de cuarentena, la pandemia significó un respiro temporal para la biosfera, por la reducción de emisiones provenientes de la industria y el transporte (Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina, 2020). Así lo demuestra el indicador para 2020 del Día del Sobregiro de la Tierra1, el cual reflejó una disminución en el uso de recursos en la primera mitad del año debido a las medidas de contención relacionadas con la pandemia (Global Footprint Network, 2020). Sin embargo, estos impactos ambientales positivos fueron efímeros. La activación de los protocolos de bioseguridad, así como el confinamiento obligatorio y el teletrabajo modificaron los patrones en los consumos de agua y electricidad (Cepal, 2020). Así mismo, el aumento del consumo y la inadecuada disposición de plásticos y otros elementos de un solo uso, como mascarillas, guantes, envases de productos de desinfección, desechos médicos y empaques de comida para llevar, generó un doble desafío, ya que constituye un problema de justicia social que afecta a los más vulnerables y además socava la posibilidad de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Organización de las Naciones Unidas, 2021).
En una época en la que se ha comprobado que se han superado seis de los nueve límites planetarios, entre ellos el asociado a la contaminación química, que incluye la polución generada por los plásticos (Persson et al., 2022), es necesario reconocer el gran reto que implicará la recuperación económica postpandemia, la cual se constituye en una oportunidad para avanzar hacia la circularidad de los procesos de producción, consumo y posconsumo:
El desafío de los desechos plásticos, que se ha visto agravado por la pandemia, es una parte importante de la crisis de contaminación global, que, junto con la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, representan una triple emergencia planetaria que debe abordarse mediante cambios masivos en la forma en que la humanidad utiliza los recursos de la Tierra. (Organización de las Naciones Unidas, 2021, p. 3)
Reconocer la raíz humana de la crisis ambiental y de la pandemia es el primer paso para frenar y revertir el deterioro ecológico actual e iniciar un camino de construcción de una cultura del cuidado de nuestra casa común (Francisco, 2015), evitando que situaciones similares se repitan. Identificar y analizar las implicaciones socioambientales generadas por la pandemia, en diferentes territorios de Colombia y el mundo, es de gran importancia para avanzar en el propósito de generar un verdadero aprendizaje desde las experiencias vividas como especie humana, y para generar transformaciones significativas y duraderas en la relación entre sociedad y naturaleza. De esta manera, es claro que el mundo de la época postpandemia requerirá una recuperación no solo económica, sino también humana que lleve a la transformación de “nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia” (Francisco, 2020, p. 33).
Como respuesta a la pandemia, son múltiples los estudios y las publicaciones de organismos internacionales que buscan comprender el comportamiento del virus y exponer los diferentes efectos de la pandemia por sectores y, especialmente, dar razón de sus impactos sociales y económicos, con el propósito de guiar las decisiones gubernamentales a nivel regional y nacional. Entre estas entidades se encuentran: la ONU, la OMS, la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Banco Mundial, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Cepal, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe (CODS)…
Centro Editorial Universidad Católica de Manizales
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