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Conoce el proyecto que ha unido a la ciencia y a la comunidad en el corazón del páramo caldense

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Un proyecto de monitoreo participativo liderado por la Universidad Católica de Manizales empodera comunidades en el cuidado del agua en el páramo de Caldas, integrando saber local, ciencia y adaptación al cambio climático.
10 de April de 2025

Hace más de quince años, una idea nacida entre mapas de humedales y procesos de restauración en el páramo se transformó en un proyecto vivo, resiliente y profundamente humano. Hoy, esa idea sigue fluyendo como el agua que busca proteger: presente en cada vereda, en cada pluviómetro artesanal y en cada conversación sobre cómo cuidar lo más vital.

Desde la Universidad Católica de Manizales, el Grupo de Investigación en Desarrollos Tecnológicos y Ambientales – GIDTA ha liderado un proceso de monitoreo participativo del agua que ha puesto en el centro a las comunidades rurales, su conocimiento, sus prácticas y su deseo genuino de cuidar el territorio.

La historia comenzó cuando Gloria Yaneth Flórez Yépez, una investigadora con años de experiencia en la formulación de planes de manejo de páramos y humedales, propuso articular su trabajo académico con las problemáticas reales del territorio. Desde entonces la universidad no solo respaldó la iniciativa sino que ha sostenido, con compromiso institucional y financiero, una apuesta que hoy da frutos: comunidades empoderadas, aliados técnicas nacionales e internacionales y una visión clara de futuro.

Un proyecto sembrado en el territorio

Uno de los mayores logros del proyecto fue despertar conciencia ambiental en las comunidades. Cerca de 150 personas, pertenecientes a seis comunidades distintas, han contribuido al monitoreo de las fuentes hídricas que abastecen sus propios hogares, utilizando herramientas simples pero efectivas. Este proceso no solo fortaleció su compromiso con el entorno, sino que también les permitió reconocer el valor de los recursos naturales que los rodean y tomar decisiones más informadas sobre su cuidado.

Este monitoreo no solo busca proteger el agua: busca adaptarse al cambio climático. Uno de los principales objetivos del proyecto es que el monitoreo hidrológico comunitario se convierta en una herramienta clave para los sistemas productivos rurales, ayudando a los agricultores a decidir cuándo sembrar, cómo regar y qué medidas tomar en épocas de escasez o abundancia de lluvias. Incluso se han propuesto soluciones como cubas de inundación (piscinas artificiales para almacenar agua de lluvia), que permitirían asegurar el recurso durante las temporadas secas.

El proyecto ha tejido una red interdisciplinaria que va desde la pedagogía con legos en aulas rurales, hasta la creación de una patente tecnológica para medir parámetros físico-químicos del agua. Esta innovación, desarrollada junto a profesores de la Master in Remote Sensing, responde a una necesidad concreta: facilitar el monitoreo incluso en zonas remotas con sensores y herramientas prácticas.

Además, la experiencia ha sido enriquecida por alianzas con instituciones como la Universidad de Chile, como un referente en análisis socioecológicos; la Universidad de Tabasco, la Universidad Autónoma de Chapingo y aliados locales como Universidad de Manizales, Uniminuto, Vicocuenca y Corpocaldas.

Modelo con proyección regional

Actualmente el equipo busca ampliar su impacto a otras zonas del departamento de Caldas. También se han articulado con la Mesa Técnica Agroclimática de Caldas y el Consejo de Cuenca del Rio Chinchiná, donde el conocimiento generado por este proyecto comienza a ser una herramienta valiosa para la planificación territorial.

La experiencia no solo ha recogido aprendizajes de otras regiones del país, como Fúqueme (Fundación Humedales) o la cuenca de Tona (Santander), sino que se ha convertido en una referencia nacional de cómo unir ciencia, pedagogía y comunidad.

Este proyecto demuestra que los cambios más significativos ocurren cuando el conocimiento científico se pone al servicio de quienes habitan y cuidan el territorio. Que es posible construir juntos una cultura del agua basada en la observación, la adaptación y el respeto profundo por los ecosistemas.

Y que sí: la transformación nace en el páramo, pero fluye hasta donde la dejemos llegar.

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