Este libro se deriva de la investigación La educación como acción vinculante en la transformación del conflicto armado y la construcción de paz en Colombia, realizada por la Universidad Católica de Manizales (UCM), aprobada bajo el Acuerdo 035 del 18 de diciembre de 2017 y adscrita a los grupos de investigación ALFA y EFE y a la Línea de Investigación Educación y Democracia. El proyecto de investigación buscó describir los sentidos de la educación y la democracia en la construcción de paz en Colombia para identificar las condiciones endógenas que han potenciado el desarrollo socioeducativo en un grupo de personas víctimas del conflicto armado, y comprender la construcción de las dinámicas territoriales y el papel del territorio como eje articulador de la educación, la democracia y la construcción de paz en la vereda El Congal, corregimiento de Florencia, municipio de Samaná (Caldas, Colombia).
Los acuerdos adelantados entre el Gobierno de Colombia —en cabeza de su entonces presidente Juan Manuel Santos Calderón— y las FARC-EP, reconocidas luego con la denominación Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, durante cuatro años (2012- 2016), tienen gran importancia para el país, ya que apuestan a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo para y desde las comunidades con un profundo enfoque territorial (Gobierno de Colombia y FARC-EP, 2016). La construcción final del Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera (2016; en adelante se lo nombrará solo como Acuerdo para efectos de concisión) y el fondo de lo discutido proporcionan nuevas alternativas económicas, políticas, sociales y ambientales que evidencian un cambio en la sociedad, necesario para la reconstrucción del tejido social, el alcance de un país más equitativo y la implementación de propuestas más progresistas y democráticas, dentro de lo que se reconoce la importancia de dar voz a las víctimas afectadas por esta confrontación de más de medio siglo de duración.
Los territorios rurales —como es el caso de la comunidad de El Congal— son el eje central del Acuerdo (Gobierno de Colombia y FARC-EP, 2016), dado que la zona rural ha sido la más golpeada por el conflicto armado en el país, y en la cual se basa el Acuerdo para fortalecer
criterios de desarrollo que incluyan al campesino y al habitante rural en la consolidación de país, hacia la construcción de espacios de participación y construcción colectiva del tejido social. Los territorios locales son los escenarios donde el Acuerdo (2016) ha de tomar forma, y los avances en los colectivos comunitarios han de reflejar perspectivas en el mejoramiento de la calidad de vida. No basta con firmar el Acuerdo (2016), es menester cumplirlo y facilitar escenarios para el surgimiento de un debate abierto, consolidado y dinámico que apunte al desarrollo y al mejoramiento de la calidad de vida de las familias como punto de partida hacia una transformación del territorio con la armonización y la consecución de ambientes para la paz.
Al igual que las muchas víctimas del conflicto en el país, los habitantes de la vereda El Congal han querido retornar a su tierra, a su vereda, para continuar con la vida que llevaban antes de los hechos violentos. Para esto han luchado de manera organizada, acudiendo a herramientas de orden jurídico y desplegando acciones comunitarias como convites y mingas, con la esperanza de que a prontitud se empiece a reconstruir lo que han esperado por alrededor de quince años —sus viviendas—, y reconstruir con ello el tejido social que fue afectado por las dinámicas violentas. Aterrizar el Acuerdo (2016) firmado por las partes mencionadas en el territorio es la prueba efectiva para medir la capacidad del Estado en la aplicación potencial —y paulatina— de los principios de dicho acuerdo, e implica la real posibilidad de seguimiento y acompañamiento a corto, mediano y largo plazo de las instituciones y la comunidad. El propósito es garantizar la no repetición y evitar la revictimización de la población rural, así como valorar el reacomodamiento de la institucionalidad para que los indicadores sean reales, medibles y verificables desde el campo de acción y desde el territorio.
Para el caso de un país que se ha visto afectado por un conflicto armado de larga duración, es necesario contemplar la educación como uno de los pilares de un desarrollo social alejado de la violencia. Muchas de las demandas y necesidades de niños, jóvenes y sus familias no han tenido respuesta porque dentro de algunas instituciones educativas no se han incorporado los acontecimientos propios de la guerra en sus contenidos curriculares, entre otras razones; incluso, en algunos casos, se han justificado varias acciones y consecuencias.
La escuela para el acuerdo de paz (Gobierno de Colombia y FARC EP, 2016) se convierte, así, en un escenario clave para la reparación de las víctimas y el territorio desde una perspectiva de restauración y reconciliación.
Por lo anterior, la educación y la democracia conforman una díada que permite transformar el conflicto armado y los resultados del posacuerdo en posibilidades de construcción de paz desde el desarrollo endógeno de las comunidades, es decir, el desarrollo desde las propias dinámicas territoriales y comunitarias. En este sentido, la investigación presentada buscó generar una comprensión más próxima sobre el proceso de restitución, reparación y no repetición.
La población con que se trabajó estuvo constituida por líderes sociales y víctimas del conflicto armado colombiano, a quienes se les indagó por las condiciones endógenas que han potenciado el desarrollo socioeducativo, por las diferentes dinámicas territoriales construidas no solo antes de los hechos violentos que llevaron al desplazamiento, sino también en el momento del retorno a la vereda El Congal, y por los sueños y anhelos de futuro.
La selección se hizo a través de una invitación verbal a los habitantes de la vereda El Congal que viven en ella directamente, y a otros que viven en el corregimiento de Florencia, y desde allí se desplazan hacia la vereda —algunos todos los días y otros cada cierto tiempo— para hacer los trabajos propios de los comités. Se trató de un conjunto de personas con edades entre los 8 y los 70 años, quienes de manera voluntaria accedieron a la recopilación de la información necesaria para el desarrollo de la investigación.
En términos metodológicos, el proyecto se desarrolló desde la investigación mixta, dada la necesidad de caracterizar la población desde herramientas cualitativas y de recurrir al análisis de las narrativas desde una mirada cuantitativa de la información. Los instrumentos de investigación respondieron a los planteamientos de Hitchcock y Onwuegbuzie (2020), quienes exponen que la investigación mixta permite recurrir a diferentes medios de captación de la información.
De los objetivos planteados se derivaron categorías que se abordan en el desarrollo del libro, relacionadas con los resultados de los instrumentos de recolección utilizados —y alimentados, a su turno, por diversas fuentes de información—. Para comenzar, se realizó un sondeo; esto es, preguntas cerradas y abiertas relacionadas con prácticas, conocimientos y desarrollos endógenos que la comunidad ha realizado, además del papel de la educación
y la escuela en la construcción de paz en Colombia. Este instrumento se aplicó a todas las familias que tienen matriculados a sus niños en la escuela de la vereda El Congal.
Luego, se adelantó una indagación del territorio a través de la cartografía social con las familias; esta es una técnica de recolección de información que permitió identificar, visibilizar y comprender, desde la perspectiva de los participantes, los tiempos: el antes del desplazamiento forzado; el momento del desplazamiento; el ahora, esto es, el momento del retorno a sus territorios; y el futuro de los escenarios y las relaciones que se desarrollan en la vereda El Congal, lo que permitió comprender las formas de habitar dicho territorio. Gracias a este instrumento, los participantes compartieron las formas como perciben los lugares y las representaciones sociales que sobre ellos han construido. Asimismo, se realizó un taller con los niños para identificar los espacios de paz que ellos mismos definían a partir de un ejercicio fotográfico en el que se evidenciaron lugares representativos de la vereda. A lo dicho, se sumaron entrevistas a profundidad con los líderes de la vereda, realizadas con el ánimo de identificar, de manera general, sus experiencias alrededor de los hechos violentos vividos y, de manera particular, las comprensiones que sobre el territorio han construido los habitantes a partir de las vivencias de acciones transversalizadas por el conflicto armado y sus diferentes consecuencias: confinamiento, asesinatos, desplazamiento forzado y, gracias al Acuerdo (2016), retorno a sus territorios.
Este libro pretende brindar al lector la posibilidad de comprender la relevancia del Acuerdo (2016) más allá de la documentación y la firma de los actores cooperantes, y evidenciar la forma en la que este documento sustenta los procesos de retorno, restitución y garantía de no repetición desde la realidad que vivencia la comunidad de El Congal. La UCM entrega este documento a la comunidad educativa y a los investigadores que se interesan por esta área de estudio con el fin de dar voz a los actores que viven de manera directa el regreso al campo y la búsqueda del resurgimiento de la ruralidad desde caminos lejanos a los trazados por la violencia.
El primer capítulo, “El Acuerdo en relación con el proceso de retorno a la vereda El Congal”,
brinda un abordaje descriptivo que le permite al lector asumir una mirada histórica y crítica respecto al desarrollo del Acuerdo (2016) y sus componentes. Es importante aclarar que si bien se abordan los seis puntos del Acuerdo (2016), se hace énfasis especial en la relación
que tienen tres de sus puntos con el desarrollo socioeducativo de las comunidades rurales en retorno.
El segundo capítulo, titulado “Pasado, presente y futuro de la vereda El Congal y los testimonios congalenses sobre el territorio”, pretende dar voz a los actores que se encuentran en proceso de retorno a El Congal mediante una recopilación de los testimonios de familias y del actual agente educativo del territorio. Este capítulo da al territorio una categoría de análisis y hace énfasis en las comprensiones teóricas que tiene esta categoría, pero despliega dicho abordaje desde la realidad y las vivencias de los participantes de la investigación.
El tercer capítulo, “Los niños que estudian en la escuela de la vereda El Congal y el desarrollo endógeno socioeducativo”, da voz a la niñez y busca mostrar que esta ostenta un rol clave en los procesos de construcción de paz y en la elaboración de los planes de desarrollo desde las agendas del Gobierno. El lente bajo el cual se da vida a estas voces es el desarrollo endógeno, es decir, pensado desde el interior de la comunidad y sus saberes, conocimientos, expectativas y sueños.
En el acápite de conclusiones, el libro entrega al lector la posibilidad de seguir indagando por los procesos de paz que se adelantan en el país, y por su impacto en las vidas de las comunidades que se encuentran en proceso de retorno al campo.
Se entrega esta publicación a los lectores del campo de la investigación educativa y social, a todos los agentes de Gobierno que desarrollan lineamientos para la generación de la política pública que respalda el Acuerdo (2016) y a los diferentes actores que son partícipes en la construcción de los POT —de modo específico, aquellos que impactan la ruralidad—.
Centro Editorial Universidad Católica de Manizales