Mauricio Montaño empezó su carrera universitaria equivocándose de elección, como le puede pasar a muchos jóvenes que no tienen muy claro qué quieren en ese momento de su vida. Hoy recuerda con un poco de risa que mientras estudiaba ingeniería debía ir detrás de los compañeros pidiéndoles que por favor lo dejaran estudiar con ellos pues no le iba tan bien académicamente. Hizo algunos semestres, pero nunca sintió en su corazón ese ímpetu, ese frenesí que lo sorprendiera y lo hiciera feliz. Por eso, decidió que debía cambiar, debía ser fiel a lo que sentía para ser feliz. Es que para Mauricio lo más importante en la vida son los valores. Ser coherente con lo que se piensa y lo que se hace es fundamental para de verdad hacer un trabajo que aporte al mundo, es de esta manera que se sabe que el trabajo proviene de una persona convencida de lo que hace, de una persona feliz que querrá que el mundo sea un lugar mejor.
Reconoce que haber elegido la Universidad Católica de Manizales fue una de las decisiones más acertadas de su vida. Quería cambiar de ‘clima’, como lo explica él mismo, quería alejarse de esa tormenta ingenieril, ver arcoíris, atardeceres contrastantes y cielos despejados. Además, porque encontró allí que sus valores humanos, esos que en su casa cuando era pequeño le arraigaron con mucha fuerza, también eran compartidos, así que sabía que, así tuviera muchos años de experiencia, nunca olvidaría lo esencial de la vida. “Recuerdo un par de cosas, el tipo de materias que llamaban “materias vocacionales”, que tenían nombres como un poco religiosos, pero que no eran religiosas, sino como de comportamiento, eran algo así como comportamiento social y carisma, ese tipo de materias no las vi en Cali y creo que en otras universidades no se ven, esas materias se ven en la UCM”, destaca Mauricio.
Él nunca no se ha desligado por completo de la Universidad, la ha visitado y visto más de cerca el cambio de la institución a través de los años, un cambio que cada vez la fortalece más y que hace que siga destacándose entre los programas de Publicidad del país: “yo sé que después de que salí comenzaron a hacer eventos, conferencias, talleres con profesionales que los instruyen y en los que los alumnos hacen trabajos, campañas. Eso es interesantísimo y súper enriquecedor. Para mí es lo más importante que ha pasado en ese tiempo, que se haya dado esa relación entre académico y profesional, es como obligatorio, tienen que juntarse sí o sí, porque la retroalimentación es muy importante. Es decir, si la academia no está conectada con el mundo, no se va a actualizar porque constantemente hay cambios, hay evolución y los profesionales tienen mucho que aportar a la academia”.
Cuando se habla con Mauricio es inevitable sentir una voz paternal, una voz que suena a sabia, a que no toma las cosas apresuradamente y que piensa en ese relevo generacional de publicistas. Por eso sabe que haber elegido primero una carrera que no era la suya no fue grave, sino que fue una equivocación propia de la edad, así que conoce el valor que tiene encontrar un lugar donde a la persona se le da tanta importancia, lo cual es vital para los jóvenes de hoy. “Obviamente, cuando tienes un hijo quieres lo mejor para él, la idea es que sea feliz. Si el niño me dice: quiero estudiar publicidad, le voy a decir que está buenísimo el tema. Igual a la persona le va a ir bien en la vida si hace lo que ama, lo que le apasiona. La experiencia de haber estado en Manizales hace que yo recomiende esa opción y, de hecho, ahora la ciudad está mucho más chévere que cuando yo estudié y la Universidad también. Argumentaría que es un lugar muy bacano, donde vas a crecer, vas a tener la oportunidad de ser muy grande. Creo que es algo que quiero para mis hijos también”, comenta Mauricio con esa voz que transversaliza todo lo que dice. Pues no es uno hablando de sus hijos y otro hablando de su trabajo o de la universidad. Los valores que Mauricio profesa también los pone en la mesa de sus herramientas de trabajo, ya que la responsabilidad de una profesión en la que se tiene el poder de enviar mensajes de gran fuerza a las personas debe estar muy bien cimentada.
“Cuando eres creador de mensajes puedes influir en las personas no solamente para decir compren esto, compren lo otro. Sino también para decir seamos de esta manera, seamos positivos, seamos alegres. Uno puede transmitir amor a través de una campaña, no solamente una invitación a una compra. Entonces uno a veces tiene que moverse, no solo entre ideas, sino también entre valores y un fin que te obliga a ser muy exigente con el mensaje que estás creando, no solo por un tema legal, sino también por la susceptibilidad”, concluye Mauricio.