Perfil del Graduado
Como graduado de la Maestría en Humanidades y Teología estarás en la capacidad de crear procesos de desarrollo humano social y cultural mediante la articulación de las dimensiones antropológicas, religiosa y teológica, integrando las humanidades y la teología en perspectiva de la transformación social y cultural que requiere el país para construir una sociedad plural, justa, humana, solidaria y libre que contribuya a consolidar el proyecto humano en Cristo.
Como magíster tendrás las competencias para investigar, identificar, analizar y promover soluciones a problemas de fenómenos socioculturales que puedan ser intervenidos desde el campo de las humanidades y la teología.
Áreas en las que te puedes desempeñar:
- Alta dirección académica en universidades, seminarios y centros de formación eclesial y ecuménica.
- Magisterio Pastoral humanista y teológico.
- Investigador en el campo de las humanidades y la teología.
- Docencia universitaria en humanidades y teología.
- Docencia en educación básica y media en el área de humanidades, ética y religión.
- El liderazgo de dependencias dedicadas a la proyección social en instituciones de educación superior, seminarios mayores, instituciones religiosas y del sector empresarial.
- Coordinación de áreas de bienestar universitario en instituciones de educación superior.
- Asesoría y consultoría a organismos e instituciones eclesiales, estatales, educativas, comunitarias, entre otras, en el desarrollo de políticas, planes, programas y proyectos orientados al desarrollo humano y sociocultural de individuos y comunidades en el ámbito local, regional y nacional.
- Dirección de ONG’s que trabajan por el restablecimiento de los derechos y la construcción de condiciones de vida que dignifiquen a la persona y a las comunidades en condiciones de segregación y marginalidad política, económica, cultural, educativa y/o social.
Aporte social del programa
La Maestría en Humanidades y Teología con el apoyo de la Dirección de Proyección Social y los procesos investigativos desarrollados en los grupos y líneas articulados a esta, contribuyen a la reducción que el pensamiento actual y la praxis social quieren hacer del aspecto religioso en general, de la moral en particular y de la fe cristiana en singular al ámbito individual de la persona. Por esto, nos acogemos a la expresión derivada del documento de Aparecida (505) cuando afirma que: “La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas”.