Victoria Coppiano habla como una mujer metódica, planeadora y que presta atención a los detalles. Habla despacio y mirando a los ojos seriamente cuando describe la importancia de su oficio, pero luego sonríe con convicción cuando sabe que puede decir, sin temor a equivocarse, que sus clientes alegran sus días cuando saben que tienen reunión con ella y su equipo. “No es lo mismo que si llegara el de finanzas”, dice a manera de broma. Porque lo que ella brinda a cada persona con la que establece una relación creativa-cliente, no es solo un servicio, es una experiencia de vida que incluye su vida misma y todos los esfuerzos que ha hecho para que su agencia no sea una más, sino que se destaque por la esencia. Y esa esencia radica en que AM Coppiano es un hogar para todos los que llegan, es un lugar para crear, crecer y devolverle a Manizales todo lo que le dio desde el programa de Publicidad. Saber que puede aportar a su ciudad de la misma manera que esta le aportó es una de las grandes satisfacciones de Victoria y uno de los motores de su trabajo, “hay que hacer crecer lo de uno”, afirma.
Y dentro de esto que llama ‘de ella’ está todo cuanto compone a su agencia. Como lo explica ella misma, en AM Coppiano no hay ‘trabajadores’, hay personas que cuidar y proteger para que sean exitosas y felices, no para que cumplan un horario y entreguen unas tareas. Y es allí cuando la imagen de una gallina que protege a sus pollitos sale a flote como el ADN de la agencia manizaleña: la Universidad Católica de Manizales fue una mamá gallina para Victoria y ella ahora lo es para esas nuevas generaciones de publicistas que se le acercan y encuentran en su experiencia, pero sobre todo en su apertura, una oportunidad de ser.
Una de las decisiones por las cuales decidió entrar a la UCM fueron los buenos comentarios que de esta tenía y cómo se destacaba a nivel nacional. Y, aunque la parte manual le costó un poco, su decisión de haber elegido a este programa de Publicidad, en esta Universidad y en Manizales, la ratificó con otros temas que ampliaron en gran medida su percepción del programa, del oficio y de lo que quería hacer una vez estuviera graduada. “Lo que me enamoró de la carrera al principio fue toda la parte de humanidades, todo lo de la psicología del consumidor, el mercadeo, la sociología. Entonces, esa parte fue la que me enganchó con la publicidad porque siempre me gustaba la parte de comunicación, escribir, pero uno llega muy primíparo sin saber tampoco qué quiere, ni estar muy enfocado, pero digamos que, así como fue duro el primer semestre, después fue algo que fluyó súper fácil porque la carrera y yo hicimos clic”, explica.
Después de esta parte algo nostálgica, vuelve la Victoria metódica y pragmática. Sabe que las cuentas pueden llegar e irse, que los colaboradores pueden renunciar y que algunos de sus clientes pueden tener detractores, que no todo será fácil. Pero también está convencida de que está en la creatividad, que la motiva a hacer de cada día una aventura única, lograr que las marcas se destaquen por lo que hay detrás, es decir, quienes las componen y hacen que tengan vida; una vida que hay que difundir y contagiar. Reto para el cual hay que saber adaptarse, ser resiliente y perseverante, dejar caer algunas plumas sabiendo que otras nuevas nacerán y dejar que algunos pollitos abandonen el nido e inicien su propio camino así duela un poco.
Y eso en gran medida se facilita cuando no se está sola como cuidadora. Adriana Muñoz es su socia y ha sido su compañera durante veinte años a través de los cuales han visto crecer a su agencia como un referente en Manizales, se han cuidado mutuamente y aprendido, como en una familia, cuál es el espacio de cada una.
“Uno a la gente le da alegría, ganas de hacer cosas y de echar su negocio para adelante, entonces uno sí siente que lo que está haciendo es una herramienta para transformar otras empresas y ve todo el valor que la carrera tiene y que no es nada superficial como mucha gente creerá”, concluye Victoria y, mientras lo dice, ya no es tan fácil identificar si está siendo la empresaria o la madre. Y para qué separarlas, si son estas facetas las que hacen de ella una mujer exitosa.
Un éxito que se gesta cada día en una agencia ubicada en una casa al final de una solitaria calle de Manizales, en la que su color amarillo y el gran letrero de ‘¡Hola!’ dan una calurosa bienvenida a todos los que llegan a su puerta.